DE RODILLAS Consagración: La última cena
S - Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda Santidad; por eso Te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de Tu Espíritu, de manera que sean para nosotros Cuerpo y Sangre de Jesucristo, nuestro Señor.
El cual, cuando iba a ser entregado a Su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dió a Sus discípulos, diciendo
Tomad y comed todos de Él, porque esto es Mi Cuerpo,
que será entregado por vosotros. S - Del mismo modo, acabada la cena, tomo el Cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo paso a Sus discípulos, diciendo
Tomad y bebed todos de Él, porque éste es el Cáliz de Mi Sangre,
Sangre de la Alianza Nueva y Eterna, que será derramada por vosotros
y por todos los hombres para el perdón de los pecados.
Haced esto en Conmemoración Mia ~Amén
S - Este es el Sacramento de nuestra fe ~Anunciamos Tu Muerte,
proclamamos Tu Resurrección.
Ven, Señor Jesús
Memorial del Misterio Pascual y ofrecimiento (Las formas más comunes son)
a) S - Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la Muerte y Resurrección de Tu Hijo, Te ofrecemos el Pan de Vida y el Cáliz de Salvación, y Te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en Tu Presencia Te pedimos, humildemente, que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo Acuérdate, Señor, de Tu Iglesia extendida por toda la tierra; y con el Papa ... , con nuestro Obispo ... y todos los pastores que cuidan de Tu pueblo llévala a su perfección por la caridad Acuérdate también de nuestros hermanos que durmieron en la esperanza de la Resurrección, y de todos los que han muerto en Tu Misericordia; admítelos a contemplar la Luz de Tu Rostro Ten Misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen, Madre de Dios, los apóstoles y cuantos vivieron en Tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por Tu Hijo Jesucristo, compartir la Vida Eterna y cantar Tus alabanzas b) S - Por eso, Padre, nosotros, Tus siervos, y todo Tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, Tu Hijo, nuestro Señor; de Su santa Resurrección del lugar de los muertos y de Su admirable ascensión a los Cielos, Te ofrecemos, Dios de Gloria y Majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el Sacrificio Puro, Inmaculado y Santo: Pan de Vida Eterna y Cáliz de Eterna Salvación.
Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de Tu sumo sacerdote Melquisedec.
Te pedimos humildemente, Dios Todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a Tu presencia, hasta el altar del Cielo, por manos de Tu ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de Tu Hijo al participar aquí de este altar, seamos colmados de Gracia y Bendición.
Por Cristo nuestro Señor ~Amén
Doxología final
S - Por Cristo, con Él y en Él, a Ti, Dios Padre Omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo,
todo Honor y toda Gloria por los siglos de los siglos Amén. (De pie)
Rito de la Comunión
S - Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo Su Divina enseñanza, nos atrevemos a decir Padre Nuestro, que estás en el Cielo,
santificado sea Tu Nombre;
venga a nosotros Tu Reino;
hágase Tu Voluntad en la tierra como en el Cielo.
Dadnos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal
S - Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por Tu Misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la Gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo ~Tuyo es el Reino, Tuyo el Poder y la Gloria, por siempre, Señor
Ofrecimiento del signo de la paz S - Señor Jesucristo,
que dijiste a Tus apóstoles:
'La Paz os dejo, Mi Paz os doy',
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de Tu Iglesia y, conforme a Tu Palabra,
concédele la paz y la unidad.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos
~Amén
S - La Paz del Señor esté siempre con vosotros.
~ Y con tu espítiru
S - Daos fraternalmente la paz | -“Ya lo ves, aquí Estoy todo el tiempo... La gente hace peregrinaciones y busca los lugares de Mis apariciones, y está bien por todas las gracias que allá se reciben, pero en ninguna aparición, en ninguna parte Estoy más tiempo presente que en la Santa Misa. Al pie del Altar donde se celebra la Eucaristía, siempre Me van a encontrar; al pie del Sagrario permanezco Yo con los Ángeles, porque Estoy siempre con Él.” … Dijo la Virgen: “Dile al ser humano, que nunca un hombre es más hombre que cuando dobla las rodillas ante Dios El celebrante dijo las palabras de la “Consagración”. … Cuando levantaba la forma vi sus manos y tenían unas marcas en el dorso de las cuales salía mucha luz. ¡Era Jesús!... Era Él que con Su Cuerpo envolvía el del celebrante como si rodeara amorosamente las manos del señor Arzobispo. En ese momento la Hostia comenzó a crecer y crecer enorme y en ella, el Rostro maravilloso de Jesús mirando hacia Su pueblo. Por instinto quise bajar la cabeza y dijo nuestra Señora: “No agaches la mirada, levanta la vista, contémplalo, cruza tu mirada con la Suya y repite la oración de Fátima: Señor, yo creo, adoro, espero y Te amo, Te pido perdón por aquellos que no creen, no adoran, no esperan y no Te aman. Perdón y Misericordia... Ahora dile cuánto lo amas, rinde tu homenaje al Rey de Reyes.” Inmediatamente Monseñor dijo las palabras consagratorias del vino y junto a sus palabras, empezaron unos relámpagos en el cielo y en el fondo. No había techo de la Iglesia ni paredes, estaba todo oscuro solamente aquella luz brillante en el Altar. De pronto suspendido en el aire, vi a Jesús, crucificado, de la cabeza a la parte baja del pecho. El tronco transversal de la Cruz estaba sostenido por unas manos grandes, fuertes. De en medio de aquel resplandor se desprendió una lucecita como de una paloma muy pequeña muy brillante, dio una vuelta velozmente toda la Iglesia y se fue a posar en el hombro izquierdo del señor Arzobispo que seguía siendo Jesús, porque podía distinguir Su melena y Sus llagas luminosas, Su cuerpo grande, pero no veía Su Rostro. Arriba, Jesús crucificado, estaba con el rostro caído sobre el lado derecho del hombro … En el costado derecho tenía una herida en el pecho y salía a borbotones, hacia la izquierda sangre y hacia la derecha, pienso que agua pero muy brillante; más bien eran chorros de luz que iban dirigiéndose hacia los fieles moviéndose a derecha e izquierda. ¡Me asombraba la cantidad de sangre que fluía hacia del Cáliz. Pensé que iba a rebalsar y manchar todo el Altar, pero no cayó una sola gota! Dijo la Virgen en ese momento: “-Este es el Milagro de los Milagros, te lo He repetido, para el Señor no existe ni tiempo ni distancia y en el momento de la Consagración, toda la asamblea es trasladada al pie del Calvario en el instante de la Crucifixión de Jesús." ¿Puede alguien imaginarse eso? Nuestros ojos no lo pueden ver, pero todos estamos allá, en el momento en que a Él lo están crucificando y está pidiendo perdón al Padre, no solamente por quienes lo matan, sino por cada uno de nuestros pecados: “¡Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen!”
Cuando íbamos a rezar el Padrenuestro, habló el Señor por primera vez durante la celebración y dijo: “Aguarda, quiero que ores con la mayor profundidad que seas capaz y que en este momento, traigas a tu memoria a la persona o a las personas que más daño te hayan ocasionado durante tu vida, para que las abraces junto a tu pecho y les digas de todo corazón: “En el Nombre de Jesús yo te perdono y te deseo la paz. En el Nombre de Jesús te pido perdón y deseo mi paz. Si esa persona merece la paz, la va a recibir y le hará mucho bien; si esa persona no es capaz de abrirse a la paz, esa paz volverá a tu corazón. Pero no quiero que recibas y des la paz a otras personas cuando no eres capaz de perdonar y sentir esa paz primero en tu corazón.” “Cuidado con lo que hacen” – continuó el Señor - “Ustedes repiten en el Padrenuestro: perdónanos así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Si ustedes son capaces de perdonar y no olvidar, como dicen algunos, están condicionando el perdón de Dios. Están diciendo perdóname únicamente como yo soy capaz de perdonar, no más allá.” El celebrante decía: “....concédenos la paz y la unidad... y luego: “la paz del Señor esté con todos ustedes...” De pronto vi que en medio de algunas personas que se abrazaban (no todos), se colocaba en medio una luz muy intensa, supe que era Jesús … Pude sentir verdaderamente el abrazo del Señor en esa luz, era Él que me abrazaba para darme Su paz, porque en ese momento había sido yo capaz de perdonar y de sacar de mi corazón todo dolor contra otras personas. Eso es lo que Jesús quiere, compartir ese momento de alegría abrazándonos para desearnos Su Paz |