viernes, 11 de febrero de 2011

Dolores y Gozos de San José

Dolores y Gozos de San José
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Por Jesús Martí Ballester

Para honrar a San José, la Iglesia, siguiendo una antigua costumbre, que inició el venerable P. Jenaro Sarnelli, discípulo de san Alfonso María de Ligorio, prepara su fiesta del día 19 de marzo, dedicando al Santo Patriarca los siete domingos anteriores a recordar los principales dolores y gozos de su vida.
Comienzan el séptimo domingo antes del 19 de marzo (último domingo de enero o primero de febrero).
Los Papas Gregorio XVI y Pío IX enriquecieron con diversas indulgencias esta devoción.



Primer Domingo
Primer Dolor: cuando estaba dispuesto a repudiar a su Inmaculada Esposa. “Estando desposada Su Madre María con José, antes de vivir juntos se halló que había concebido en Su seno por obra del Espíritu Santo” (Mt 1,18).
Primer Gozo: cuando el Arcángel le reveló el sublime Misterio de la Encarnación. “El ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, pues lo concebido en Ella es del Espíritu Santo” (Mt 1, 20).
Oh castísimo esposo de María, glorioso San José, ¡qué aflicción y angustia la de vuestro corazón en la perplejidad en que estabais sin saber si debíais abandonar o no a vuestra esposa sin mancilla! Pero ¡cuál no fue también vuestra alegría cuando el ángel os reveló el gran Misterio de la Encarnación!
Por este dolor y este gozo os pedimos consoléis nuestro corazón ahora y en nuestros últimos dolores, con la alegría de una vida justa y de una santa muerte semejante a la vuestra, asistidos de Jesús y de María.
Padrenuestro, Ave y Gloria.
Segundo Domingo
Segundo Dolor: al ver nacer el Niño Jesús en la pobreza. “Vino a los Suyos, y los Suyos no le recibieron” (Jn 1,11).
Segundo Gozo: al escuchar la armonía del coro de los ángeles y observar la Gloria de esa noche. “Fueron deprisa y encontraron a María, a José y al Niño reclinado en el pesebre” (Lc 2,16).
Oh bienaventurado patriarca, glorioso San José, escogido para ser padre adoptivo del Hijo de Dios hecho hombre: el dolor que sentisteis viendo nacer al Niño Jesús en tan gran pobreza se cambió de pronto en alegría celestial al oír el armonioso concierto de los ángeles y al contemplar las maravillas de aquella noche tan resplandeciente.
Por este dolor y gozo alcanzadnos que después del camino de esta vida vayamos a escuchar las alabanzas de los ángeles y a gozar de los resplandores de la Gloria Celestial.
Padrenuestro, Ave y Gloria.
Tercer Domingo
Tercer Dolor: cuando la Sangre del Niño Salvador fue derramada en Su Circuncisión. “Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, le pusieron por Nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de que fuera concebido en el seno materno” (Lc 2,21).
Tercer Gozo: dada con el Nombre de Jesús. “Darás a luz un Hijo, y Le pondrás por Nombre Jesús, porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados” (Mt 1, 21).
Oh ejecutor obedientísimo de las Leyes Divinas, glorioso San José: la Sangre Preciosísima que el Redentor Niño derramó en Su Circuncisión os traspasó el corazón; pero el Nombre de Jesús que entonces se le impuso, os confortó y llenó de alegría.
Por este dolor y este gozo alcanzadnos el vivir alejados de todo pecado, a fin de expirar gozosos, con el Santísimo Nombre de Jesús en el corazón y en los labios.
Padrenuestro, Ave y Gloria.
Cuarto Domingo



Cuarto Dolor: la profecía de Simeón, al predecir los sufrimientos de Jesús y María. “Simeón los bendijo, y dijo a María, Su Madre: Mira, éste ha sido puesto... como signo de contradicción... para que se descubran los pensamientos de muchos corazones” (Lc 2, 34-35).
Cuarto Gozo: la predicción de la Salvación y gloriosa resurrección de innumerables almas. “Porque han visto mis ojos Tu Salvación, la que preparaste ante todos los pueblos; Luz para iluminar a las naciones” (Lc 2, 30-31).
Oh Santo fidelísimo, que tuvisteis parte en los Misterios de nuestra redención, glorioso San José; aunque la profecía de Simeón acerca de los sufrimientos que debían pasar Jesús y María os causó dolor mortal, sin embargo os llenó también de alegría, anunciándoos al mismo tiempo la Salvación y resurrección gloriosa que de ahí se seguiría para un gran número de almas.
Por este dolor y por este gozo conseguidnos ser del número de los que, por los méritos de Jesús y la intercesión de la bienaventurada Virgen María, han de resucitar gloriosamente.
Padrenuestro, Ave y Gloria.
Quinto Domingo
Quinto Dolor: en su afán de educar y servir al Hijo del Altísimo, especialmente en el viaje a Egipto. “El ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, toma al Niño y a Su Madre, y huye a Egipto, y estate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al Niño para matarlo” (Mt 2,13).
Quinto Gozo: al tener siempre con él a Dios mismo, y viendo la caída de los ídolos de Egipto. “Y estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que dice el Señor por el profeta: «De Egipto llamé a Mi hijo»” (Mt 2,15).
Oh custodio vigilante, familiar íntimo del Hijo de Dios hecho hombre, glorioso San José, ¡cuánto sufristeis teniendo que alimentar y servir al Hijo del Altísimo, particularmente en vuestra huida a Egipto!, pero cuán grande fue también vuestra alegría teniendo siempre con Vos al mismo Dios y viendo derribados los ídolos de Egipto.
Por este dolor y este gozo, alcanzadnos alejar para siempre de nosotros al tirano infernal, sobre todo huyendo de las ocasiones peligrosas, y derribar de nuestro corazón todo ídolo de afecto terreno, para que, ocupados en servir a Jesús y María, vivamos tan sólo para ellos y muramos gozosos en Su Amor.
Padrenuestro, Ave y Gloria.
Sexto Domingo
Sexto Dolor: al regresar a su Nazaret por el miedo a Herodes Arquelao. “El se levantó, tomó al Niño y a Su Madre y regresó a la tierra de Israel. Pero al oír que Arquelao reinaba en Judea muerto su padre Herodes, temió ir allá” (Mt 2, 21-22).
Sexto Gozo: al regresar con Jesús de Egipto a Nazaret y la confianza establecida por el Ángel. “Y fue a vivir a una ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliera lo dicho por los profetas: será llamado Nazareno” (Mt 2,23).
Oh ángel de la tierra, glorioso San José, que pudisteis admirar al Rey de los Cielos, sometido a vuestros más mínimos mandatos; aunque la alegría al traerle de Egipto se turbó por temor a Arquelao, sin embargo, tranquilizado luego por el ángel, vivisteis dichoso en Nazaret con Jesús y María.
Por este dolor y este gozo, alcanzadnos la Gracia de desterrar de nuestro corazón todo temor nocivo, poseer la paz de conciencia, vivir seguros con Jesús y María y morir también asistidos por ellos.
Padrenuestro, Ave y Gloria.
Séptimo Domingo
Séptimo Dolor: cuando sin culpa pierde a Jesús, y lo busca con angustia por tres días. “Le estuvieron buscando entre los parientes y conocidos, y al no hallarle, volvieron a Jerusalén en Su busca” (Lc 2, 44-45).
Séptimo Gozo: al encontrarlo en medio de los doctores en el Templo. “Al cabo de tres días lo hallaron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándoles y haciéndoles preguntas” (Lc 2,46).
Oh modelo de toda santidad, glorioso San José, que habiendo perdido sin culpa vuestra al Niño Jesús, le buscasteis durante tres días con profundo dolor, hasta que, lleno de gozo, le hallasteis en el Templo, en medio de los doctores.
Por este dolor y este gozo, os suplicamos con palabras salidas del corazón, intercedáis en nuestro favor para que jamás nos suceda perder a Jesús por algún pecado grave. Mas, si por desgracia Le perdiéramos, haced que Le busquemos con tal dolor que no hallemos sosiego hasta encontrarle benigno sobre todo en nuestra muerte, a fin de ir a gozarle en el Cielo y cantar eternamente con Vos Sus Divinas Misericordias.
Padrenuestro, Ave y Gloria.
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