lunes, 20 de enero de 2014

Beato Padre Jerzy Popieluszko –mártir de nuestro tiempo



Padre Jerzy Popieluszko capellán de Solidarnosc
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ORACIÓN de AGRADECIMIENTO

Dios, Fuente de Todo Bien, Te doy las gracias por haber regalado en Tu amor la dignidad sacerdotal al Beato Jerzy Popieluszko. Lo mandaste a pregonar con celo Tu Palabra, a prodigar los Santos Sacramentos, a actuar intrépidamente en Tu Nombre y a estar siempre cerca de cada hombre, llamando al perdón, a la unidad y a la paz. Tú lo obsequiaste con la Gracia del martirio por lo cual se hizo semejante al Cristo del Via Crucis.
Te adoramos y Te agradecemos, Señor, por ese gran Don para la Iglesia, y en especial por hacerle mediador para repartir las Gracias. En Tu infinita Misericordia, ten a bien incluirlo en el séquito de los Santos, y a mí, por su intercesión, dame la Gracia (...) que Te pido con confianza.
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Por Cristo, nuestro Señor. Amén.
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Jerzy Popieluszko nació el 14 de septiembre de 1947.
Tras su ordenación el 28 de mayo de 1972, acompañó a los estudiantes de medicina de Varsovia como capellán, y al personal sanitario como sacerdote responsable de esta área de Pastoral de la Salud en la diócesis de Varsovia. Fue miembro del Consejo Nacional para la Pastoral de la Salud. Sobre él recayó la organización del equipo médico que atendería al Santo Padre Juan Pablo II, en sus viajes apostólicos a Polonia de 1979 y 1983. A partir de agosto de 1980 comenzó su trabajo apostólico con los obreros, acompañando activamente a los trabajadores del recién creado sindicato obrero católico Solidarnosc (Solidaridad), liderado por Lech Walesa. Los obreros polacos se oponían, una vez más, al comunismo, sin portar más armas que el Santo Rosario en sus manos y las imágenes de la Virgen y del Papa polaco Juan Pablo II.

Los obreros de la empresa siderúrgica más importante de Varsovia se unieron solidariamente a los astilleros de Gandsk y pidieron al Primado Wyszynski, un sacerdote para que celebrara el domingo la misa a los obreros encerrados. Se encomienda esta labor pastoral al P. Popieluszko, sacerdote de 33 años de la parroquia San Estanislao de Kotska, que se implica desde el primer momento. Organiza catequesis para los obreros; toma solidariamente parte en los procesos penales contra los dirigentes del sindicato Solidaridad; asegura la protección a sus hijos y a sus familias; organiza para ellos la asistencia jurídica y médica; les provee de ropa y de alimento, y busca la ayuda para los que son expulsados de sus puestos de trabajo, víctimas de la represión. Su casa se convierte en un lugar de encuentro y de reunión para los obreros perseguidos, para los que sufren, y para los que son víctimas de la represión comunista. Reúne en torno a los ideales de la libertad y la solidaridad, a mujeres y hombres de todas las generaciones y clases sociales. Al año siguiente del nacimiento de Solidaridad, el 13 de diciembre de 1981, el gobierno comunista declara el “Estado de guerra”.

A partir de enero de 1982 organizó las llamadas “Misas por la Patria”, ofreciendo en sus homilías indicaciones de orden espiritual y moral en respuesta a los problemas sociales, políticos y morales del momento. Ofrecía una respuesta de fe ante las injusticias, las torturas y la violación de los derechos humanos fundamentales, ante el ateísmo y la inmoralidad impuestos, ante el sometimiento y la violencia que sufría el pueblo. Exponía la doctrina social de la Iglesia, citaba las encíclicas sociales y los discursos del Papa Juan Pablo II y del Primado de Polonia, el cardenal Stefan Wyszynski. Se convertía, así, en uno de los líderes espirituales y morales más representativos de la resistencia de Polonia ante la sin razón y la brutalidad comunista.

En su calidad de sacerdote católico y polaco, de guía espiritual de los obreros y de la militancia social, asume la sentencia de muerte dirigida contra el sindicato Solidaridad por parte de los poderes comunistas, que ilegalizan este movimiento obrero acusándolo de actuar contra el Estado.

El P. Popieluszko fue brutalmente asesinado el 19 de octubre de 1984, cuando sólo tenía 37 años. Tres agentes del régimen comunista secuestraron al sacerdote en un coche y, después de recorrer 100 kilómetros, le torturaron brutalmente y le arrojaron todavía con vida -con pesos atados en todo su cuerpo- al río Vístula para que muriera ahogado. Su cuerpo fue encontrado sólo una semana después, el 27 de octubre de 1984.

El primer milagro que obró el P. Jerzy fue el de liberar del miedo al pueblo polaco, que se lanzó masivamente a la calle mostrando su inmenso dolor, y su enérgica indignación. A su entierro asistieron el Primado de Polonia, numerosos obispos, más de mil sacerdotes, diplomáticos y más de trescientos mil compatriotas, entre ellos Lech Walesa y los representantes de Solidaridad, todavía ilegal, venidos de toda Polonia. Europa le debe al P. Popieluszko la libertad y la unidad recuperada, pues fue a partir de su martirio que comenzó a agrietarse el Estado socialista, primero en Polonia, y después en todo el Este europeo.
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Milagro atribuido al beato Jerzy Popieluszko

Si fuera reconocido, abriría la vía a la canonización de este sacerdote polaco asesinado por la policía política de la Polonia comunista


8 enero 2014
Aleteia





Un milagro ocurrido en la diócesis francesa de Créteil podría abrir el camino a la canonización del beato Jerzy Popieluszko, un joven sacerdote polaco que luchó por la defensa de las libertades civiles y religiosas contra el régimen comunista de su país.
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Este capellán de los obreros del sindicato Solidarnosc en Varsovia fue torturado y asesinado por la policía política en 1984, cuando tenía 37 años, y fue beatificado el 6 de junio de 2010 en la capital polaca.
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El milagro se refiera a la curación inexplicable ocurrida en el año 2012 tras una oración dirigida al beato, que una comisión de expertos examinará el próximo mes de marzo. Se trata de la curación de un hombre, Marc, enfermo durante once años de una leucemia mieloide crónica atípica.
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“En noviembre de 2011, sufrió una fuerte bajada. Marc ya no podía caminar, se sometió a tres quimioterapias y a un trasplante de médula”, informó el diario
La Croix.
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En agosto de 2012, el veredicto de los médicos no permitía apelación: no había nada que hacer, las células cancerígenas habían invadido todo su cuerpo. A principios de septiembre, Marc se encontró con la psicóloga del hospital, que le ayudaba a prepararse para morir.
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Pero esto sin contar con la oración dirigida al beato Jerzy Popieluszko por el sacerdote que fue a administrarle los últimos sacramentos.
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Cuando el sacerdote se fue, Marc abrió los ojos y preguntó qué le había pasado. Por la noche tres veces intentó levantarse y unos días más tarde, el equipo médico del hospital Henri Mondor que le seguía desde hacía diez años constató con sorpresa que estaba curado; mejor: que su cáncer había desaparecido.

Un mes después, los exámenes médicos eran formales: estaba totalmente restablecido.
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Prudentes, la pareja y el sacerdote guardan el secreto. Según La Croix, el obispo de Créteil, monseñor Santier, ha constituido una comisión, que se reunirá en marzo, y ha encomendado a dos médicos independientes el examen de la curación.
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Si se comprueba el milagro, se enviará el dossier a la diócesis de Varsovia, que lo transmitirá a Roma.

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Fuente:..... http://moralyluces.wordpress.com/2014/01/08/milagro-atribuido-al-beato-jerzy-popieluszko/
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Una fe como de roca
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ENTREVISTA A MARIANNA POPIELUZSKO, MADRE DE UN SANTO
«Ofrecí mi hijo a Dios»
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El padre Jerzy Popieluszko fue declarado beato por el Papa Benedicto XVI, el 6 de junio de 2010, en Varsovia. Su madre, Marianna Popieluszko, había cumplido 100 años pocos días antes.

–¿Le reza a su hijo?
Le rezo a Dios, porque a Él debemos rezar y no a los hombres. Sí, podemos pedirles a los santos que intercedan por nosotros.
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–Recuerdo que algunos años atrás usted dijo que quería vivir para ver al padre Jerzy beatificado. El día ha llegado finalmente. ¿Está feliz?
–Siempre estoy feliz. Siempre debemos estar felices, si las cosas van bien o si van mal. Dios sabe qué es lo mejor para el hombre. Si he vivido para ver a mi hijo beatificado, significa que Dios quería que pudiera. La beatificación del padre Jerzy es importante porque aquellos que derramaron lágrimas, se regocijarán. Yo me separé de mi hijo con lágrimas, ahora lo veré de nuevo con gozo.
–¿Cuál es la más significativa de las enseñanzas de su hijo?
–“Vence el mal con el bien”. Si la gente pusiera en práctica estas palabras, estaría mejor; y si la gente está mejor, el mundo también estará mejor.
–Usted es la madre de un santo. ¿Qué fue lo más importante en la educación de su hijo?
–Siempre recordé a mis hijos que dijeran: “Que Jesús sea alabado”. Cuando entro en
una Iglesia, mi corazón se regocija y exclamo: “Que Jesús sea alabado”. El padre Jerzy sabía que el Señor es lo más importante en la vida.
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–¿Iba a la Iglesia todos los días cuando era monaguillo?
–Sí, en cualquier clima, en cualquier estación. Se levantaba a las cinco de la mañana todos los días para ir a la Iglesia y caminar cuatro kilómetros cruzando el bosque desde Okopy hasta Suchowola.
Como monaguillo jamás se perdió la Misa, ni siquiera una vez. Nunca se quejaba de estar cansado. Nunca lo hizo: él era así.
–¿Y cómo era Jerzy de niño?
–Era un chico bueno. Nunca tenía que reprenderlo. Me obedecía en todo lo que le pedía que hiciera. Ya desde la niñez se manifestó cómo era él. Por ejemplo, amaba a las personas, le atraía el prójimo. Una mujer anciana que vivía al lado nuestro, llevaba a pastar a sus vacas cada día. Él la solía acompañar para conversar con ella. Incluso cuando, como seminarista, volvía a casa, siempre visitaba a esta mujer. Por otra parte, yo le repetía: “El amor a Dios y al prójimo es lo que nos conduce al Cielo”.
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–¿Sentía que su hijo sería sacerdote?
–Había pedido a Dios que me concediera esta Gracia. Había rezado para ser madre de un sacerdote. Incluso cuando estaba embarazada de él, lo ofrecí a Dios. No sé si por esto se hizo sacerdote. No sé si Dios me escuchó a mí o a algún otro…
–¿Qué quiere decir con que ofreció su hijo a Dios?
–Poco antes de que naciera, simplemente lo ofrecí a la Virgen María.
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–¿Volvía poco a casa mientras estudió en el Seminario?
–Habitualmente venía a casa cuando tenía vacaciones. Nos ayudaba en la cosecha y en la construcción del granero. Lamentablemente era propenso a enfermar, en particular porque había sido operado de tiroides después del servicio militar.
Su salud había empeorado en el ejército. Sufrió muchas injusticias, aunque nunca nos contó nada, nunca se quejó. Él era así. Después de su muerte, sus compañeros soldados nos contaron del abuso que había sufrido. Un día fue forzado a permanecer descalzo en la nieve, porque se había negado a entregar su rosario. Después de terminar sus estudios, venía a casa menos aún. Un día me dijo: “Mamá, tienes muchos niños y cuidas de ellos. Yo tengo muchos más y tendré que dar cuenta a Dios de ellos”. La última vez que vino a casa me dejó su sotana diciendo: “Me la llevaré la próxima vez. De lo contrario, tendrás un recuerdo mío”. La he conservado hasta ahora.
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–Después del funeral de su hijo, usted declaró que los que lo asesinaron no habían peleado contra él, sino contra Dios…
–Sí, lo hice, porque ellos no apuntaron a Popieluszko sino a la Iglesia. Su muerte seguirá pesándome mientras viva. Es un gran dolor. Es una herida que no sanará, es imposible de olvidar. Pero no condeno a nadie. Dios los juzgará un día. Pero sería feliz si para entonces se hubieran convertido.
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Padre Jerzy                                         información y fotos


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